Presentaciones

Carlos Zanón y Salamanca Negra, va de literatura criminal

Carlos Zanón. Encuentro con Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero, directores del Congreso de Novela y Cine Negro de la Universidad de Salamanca. Presentan sus nuevos libros, Marley estaba muertoDiez negritos.
Librería Letras Corsarias. Martes, 15 de diciembre, a las 19.30h.

Marley estaba muerto y Diez Negritos - Letras Corsarias Librería Salamanca

Por Antonio MARCOS

Si te gusta la novela negra, el próximo martes, día 15, tienes una cita en Letras Corsarias a las siete y media de la tarde. Cita de las de apagar el móvil y no estar para nadie. Atravesando la niebla en tren llega Carlos Zanón, del que no tenemos que exagerar para decir que es el más negro entre los novelistas negros contemporáneos. Le acompañan Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero, directores del Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca, que sin hacer mucho ruído han convertido a esta Universidad en la referencia académica del género. Zanón pone sobre la mesa su nuevo libro, Marley estaba muerto (una colección de relatos con la Navidad de fondo), y los anfitriones su antología Diez negritos, la tercera de su serie de recopilaciones de nuevos autores.

Clasificación incompleta de lo negro

Para situar a Carlos Zanón, juguemos a aquello de doblar un papel en trozos más pequeños. Para simplificar, habría una novela negra muy centrada en la estructura narrativa (la distribución de la tensión) y en la resolución de un crimen y otra que inclina su estilo hacia el reflejo de ambientes y la creación de personajes. Quedémonos con este medio folio. Aquí encontramos a los autores que construyen un detective carismático según los moldes del género (alguna variante que contenga inconformismo, verbo fácil, ironía fronteriza con el cinismo y marcado gusto por comer-beber-amar) y quienes, muy pocos, prescinden de ese guía-demiurgo y se dedican a narrar aquello que en el punto de vista detectivesco siempre queda desenfocado.

Zanón y otros clásicos

Desde ese pequeño trozo del papel esquinado de la novela negra, hicieron carrera mis autores favoritos: Jim Thompson, David Goodis, por ejemplo. Julián Ibáñez, Carlos Zanón, por ejemplo. Palabras mayores, ¿no? Cada uno con su estilo y con su alcance, tienen algo en común, un mérito propio: captar una especie de negrura esencial individual, conectarla con la organización social y articularla dentro de una narración criminal lo más alejada posible de estereotipos, tanto estéticos como morales. ¿Se puede cuestionar algo cuando tu protagonista es un policía? Un poeta te diría que no, y Carlos Zanón lo es.

El hombre del saco no iba a los barrios ricos

Siempre hace frío fuera para los personajes de Carlos Zanón. Buscan protección, quieren dejar de moverse, de huir, de buscar. Quieren salirse. Con la próxima me salgo, me quito. Quieren dejar de arrastrar todo el peso que llevan encima, el miedo, el riesgo. El cansancio. Son como los tenistas que pasan tres previas en Roland Garros y luego pierden 6-0 y 6-0 en el primer partido que les televisan. Manta, madero, perdedor. Lo peor que te puede pasar es ser pobre, porque en el arrabal es lo primero que se inunda cuando se desborda el río, donde se palpan todas las violencias y de donde desaparecen los niños. Los personajes de Carlos Zanón vienen del arrabal, que cada vez es más grande, y se les nota en cada gesto.

Costumbrismo vs Realismo

Hay una tendencia a calificar cierta novela negra como “costumbrismo con crimen”. Por ese orden. Paisajes urbanos o rurales, caracteres y aficiones pintorescos, gestos de comedia… que se utilizan como una capa, una pátina para entreverar con la resolución detectivesca. No busques ese tipo de grasa en las novelas de Carlos Zanón. Lo criminal es sórdido, de principio a fin, y la redención es algo muy difícil de conseguir. Pero sobre todo, creo que cuando se olvidan los detalles de cada novela, persiste una sensación: las decisiones tienen consecuencias, siempre. Si te metes por la nariz la pensión de tus hijos, tiene consecuencias. Si dejas un arma en manos de otra persona, tiene consecuencias. Estamos ya tan acostumbrados al Control-Z, a la historia que no incomode, que cada una de estas páginas es un baño de esa realidad, tan terca como solía.

El final de No llames a casa es la cola de vaca de Romário

Romário da Souza Faria ganó un mundial de fútbol de 1994, fue nombrado mejor jugador del torneo, dice que metió más de mil goles en toda su carrera y estuvo a punto de fichar por la Unión Deportiva Salamanca, según un artículo del diario Sport que llevaba mi firma pero que no escribí yo. Sin embargo, seguramente, vamos a recordarle siempre por aquel regate que le hizo a Alkorta en un Barcelona-Real Madrid. Ni siquiera por el gol, por el regate. Cola de vaca, le llamaron. De momento, cada novela de Carlos Zanón es mejor que la anterior, pero en todo caso, el final de No llames a casa podemos recordarlo ya como un clásico, un ejemplo de cómo forma y contenido, lenguaje y narración, se juntan en la desembocadura de una novela. Sólo por llegar ahí, ya merecería la pena leerlo.

Salamanca Negra y otras provincias

En mayo de 2005, Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero, se proponían el (re)conocimiento del género a través de un congreso especializado en literatura y cine. Àlex y Javier montaron aquello con la pasión del lector y el trabajo de quien gestiona desde cero y sin demasiada ayuda. Once ediciones después, ya no sólo acuden escritores y cineastas, sino una legión de investigadores que basan sus trabajos en la narrativa criminal en otras universidades del mundo, han publicado un corpus teórico sin parangón en el ámbito académico, y además tres antologías de relatos con las “nuevas voces” del género en España. Diez negritos es la más reciente, va por su segunda edición e incluye a autores como el propio Zanón, Víctor del Árbol, Claudio Cerdán o Berna González Harbour.

En un determinado momento, cuando los únicos puntos de encuentro de un género creciente eran la eterna Semana Negra de Gijón, Alicante, Barcelona y Salamanca, los organizadores propusieron colaborar con las instituciones públicas para darle una mayor dimensión al congreso, convertirlo en un festival abierto más que en un evento académico. La respuesta fue tan tibia que se enfrió con la primera niebla. Hoy tienen festivales o encuentros similares Valencia, Getafe, Granada, Cuenca, Pamplona, El Batzan o Tiana. Y subiendo. Cada ciudad elige las cosas por las que sale en el periódico.

 

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