Cuentistas 2020: Arrojar un árbol de Navidad a una piscina

“Philip Larkin dijo una vez que las novelas son sobre los otros, mientras que los poemas son sobre uno mismo. Podríamos imaginar que un cuento está en alguna parte en el medio de estas dos instancias”, escribió la cuentista Lorrie Moore.

La enorme cuentista Lorrie Moore.

Cuenta la cuentista en un pequeño ensayo titulado Sobre escribir que de pequeña le quitaba los adornos a sus vestidos –los vestidos de niña norteamericana de los años sesenta– y los guardaba en un cuenco: “Me había transformado en una acaparadora que coleccionaba objetos brillantes”, dice.

Y que un poco más mayor dibujaba las canciones que escuchaba en la radio, cuadernos enteros. “Muchas veces pienso que es eso lo que luego intenté encontrar en la literatura: la cadencia y el sentimiento de una canción. Cuando un texto en prosa alcanzaba ritmos más antiguos, más familiares y más duraderos que él mismo, por un momento, parecía pertenecer a la naturaleza, o, al menos, al mundo de la música”. Y eso es lo que le parecía bueno.

Nos vamos a quedar hoy con esas dos claves para presentarte nuestra selección de 2020 de libros de relatos: una colección de sencillas joyas brillantes, la plasmación de una idea, un fogonazo, envuelto en un lenguaje que de alguna manera cante.

“Se debe arrojar todo lo que se es al lenguaje, como un árbol de Navidad arrojado a una piscina”, dice Moore.

Recordamos como si hubieran pasado tres siglos aquella ráfaga de interés por el relato que desató Lucia Berlin y su Manual para mujeres de la limpieza, aquel punto de conexión entre la brillantez literaria y una biografía atormentada. Bueno, por qué no probar ahora con Tillie Olsen: Dime una adivinanza podría ser perfectamente uno de los libros del año.

Y qué decir de Exhalación, de Ted Chiang: nunca habíamos vendido tantos ejemplares de un libro de ciencia ficción contemporánea. Género que también cultivó Octavia E. Butler en Hija de sangre y otros relatos.

Y están ahí clásicos como Thomas Wolfe y Juan Rodolfo Wilcock, o la terrorífica Nadia Bulkin.

Y, ante la duda, Lorrie Moore.