Hans Christian Andersen es hoy noticia. ¿Es porque algún imaginativo analista del presente podría establecer un paralelismo entre su cuento El traje nuevo del emperador y el estado de nuestra sanidad pública? Podría ser: unos pícaros sastres le habían ido recortando la tela de su traje y en el momento de la verdad, del desfile, se vio desnudo, sin tela ni para mascarillas. Podría ser: los clásicos nos mandan siempre señales.
Pero no, es porque tal día como hoy en 1805 nació el escritor danés y desde hace más de medio siglo se celebra en su efeméride el Día Internacional del Libro Infantil, una exaltación de los poderes benéficos de la lectura. El lema de este año es “hambre de palabras”: “las palabras en los poemas y en los cuentos son alimento”, escribe autor el esloveno Peter Svetina en su “pregón”.
Con ese hambre estamos, con hambre de cruzarnos y contarnos y decirnos las palabras de cerca. Es curiosa la relación entre la explosión de la literatura en la cabeza infantil y el confinamiento: una relación del siglo XX.
Por ejemplo, Sergio Pitol, mexicano de 1933, Premio Cervantes en 2005. Pasó desde los seis a los doce años enfermo de malaria, cuidado por su abuela y tías, la única familia que le quedaba. Una cama, una habitación ventilada, quizá rezos adultos de fondo y un niño que se sumergió para siempre en las historias: Dostoievski, Tolstoi, Gogol, Faulkner…
Enfermedades largas, veranos quietos… los embriones de la literatura llevan siglos funcionando solos, fecundados por el tiempo, que parece que es lo que nos faltaba hasta hace quince días.
La literatura infantil y juvenil no acapara grandes titulares, no ocupa grandes espacios de exposición pública, pero ojo con ella: supera mejor que la media todas las crisis. Para esta que viene, proponemos una labor colaborativa entre libreros, instituciones, editores, bibliotecas, mediadores, gestores culturales… para que se valore en su justa medida esa labor tan indispensable para que la lectura sea ese remedio contra el hambre de sentido del que habla Svetina.
Nosotros celebramos este día ofreciéndote los libros favoritos de algunos corsarios cómplices que han pasado últimamente por la librería. Nos gusta preguntarles, siempre nos sorprenden. Ya lo hicimos el año pasado con autores como Artur Laperla, Pablo Auladell, Juan Díaz Canales, Ana Juan o Paco Roca. Os gustó, así que repetimos.
Christina Rosenvinge, cantante y autora del libro Debut, escoge Vuelo nocturno, de Antoine de Saint-Exupery, la historia de tres pilotos que realizan vuelos sobre la zona de Sudamérica. Una epopeya sobre los pioneros de la aviación que dieron su vida en nombre del progreso a la que el autor, dada su experiencia como piloto, pudo transmitir la veracidad de lo vivido con un estilo conciso y épico a la vez.
Eloy Tizón prefiere el mar y recuerda Los hijos del Capitán Grant, de Julio Verne. Un mensaje encontrado en una botella desvela una asombrosa noticia: el capitán Grant sobrevivió al naufragio de su barco. Sin tiempo que perder, Lord Glenarvan y su esposa organizan una expedición para recorrer medio mundo en compañía de los dos hijos del capitán y rescatarlo
Valerie Miles, directora de la revista Granta, aconseja sin dudar La isla de los delfines azules, de Scott O Dell. “Me encantó en un momento en que había poca aventura con personajes femeninos fuertes, sobre los 12 años, y sentí que me empoderaba como mujer a esa edad”. La tribu de Karana decide abandonar la isla después del brutal ataque de unos cazadores de nutrias. Pero ella no puede porque su hermano Ramo se ha quedado en tierra. A los pocos días, cuando Ramo muere atacado por una manada de perros salvajes, ella queda sola en la isla. ¿Podrá Karana sobrevivir y conseguir vengar la muerte de su hermano?
El autor de cómics como Fariña o García, Luis Bustos, recomienda otra isla como escenario de aventuras, El misterio de la isla de Tökland, de Joan Manuel Gisbert. Centro de reunión de aventureros, descifradores de enigmas, científicos y detectives de todo el mundo, muchos son los que intentan descifrar el enigma que encierra la isla. Pero el libro que releyó como mínimo media docena de veces fue Un agujero en la alambrada, de François Sautereau, una distopía para público infantil llena de acción y misterio sobre un niño huérfano que vive al borde de un bosque, cuyo acceso está prohibidísimo. La curiosidad de los niños del pueblo es demasiado fuerte y cada vez que pueden burlan la vigilancia. ¿Qué descubrirán más allá de la alambrada? “Desde la primera vez que lo leí, el libro me entusiasmó. ¡Es que tiene de todo!” dice Bustos. Es una pena, pero este libro está agotado.
Lucía Marín, autora de Las gallinas ponedoras junto a Cecilia Varela, tiene muchas recomendaciones. Cavernícolas trabajando en equipo en la divertida Empanada de mamut, de Jeanne Willis; caballeros medievales con el hábito de aplazar las cosas importantes en Caballero impetuoso, de Gilles Bachelet o cualquiera de los cómic de Hilda, de Luke Pearson, con su intrépida aventurera de pelo azul. Y dos álbumes, Soy la vida, y su complementario, Soy la muerte, ambos de Elisabeth Helland, delicados libros ilustrados que en realidad son un canto a la vida y al amor que todo lo puede transformar.
El mismo tema y cómo lo representa Wolf Erlbruch en El pato y la muerte es la elección del ilustrador Federico Delicado, una historia elegante y conmovedora en la que un pato entabla una amistad poco probable con la muerte. Un álbum ilustrado capaz de tratar un tema difícil, considerado ya como un clásico a la hora de abordar el viaje final.
Pueblo frente al mar es el álbum escogido por Lara Valverde, editora de Los cuatro azules, una historia de pocas palabras y evocadoras imágenes que llevan al lector desde la oscuridad de la mina hasta la luminosidad del mar, opuestos que resumen un modo de vida. Y para terminar, Elisa Victoria, autora de Vozdevieja, escoge la serie de Esther y su mundo, de Purita Campos, un personaje que inspiró en muchas niñas la curiosidad por ver otras cosas, por salir al mundo, el primer cómic por y para mujeres que se convirtió en España en un éxito editorial.
La ilustración superior es obra de Damijan Stepancic para el cartel oficial del Día del Libro Infantil.