Mercedes Brugarolas
Conseguir que los niños vayan a dormir temprano es uno de los grandes retos de la humanidad (con hijos, claro). Y después de los largos días de verano, donde las actividades cambian y el horario se relaja, es misión casi imposible. Pero la hora de volver al cole se acerca y hay que ponerse pila con el tema. Y justo ahora, en este momento, cuando el calendario apremia, es cuando parece que la imaginación de los niños se desata y todos sus recursos se ponen en marcha.
Hay diferentes maneras de acercarse al momento de dormir. Agua, luz, pis, un peluche, treinta cuentos, siete besos, ponerse un disfraz, salvar al mundo con su capa especial, saltar por los sillones o la necesidad urgente de montar un castillo de piezas mínimas, microscópicas a la luz de la noche. Son sólo algunos de los recursos más utilizados. Seguro que el lector de esta carta puede ampliar el repertorio…
Dormir es una aspiración de los adultos y una tortura para los niños, que viven el presente y no entienden que necesitamos acunarnos en los reparadores brazos de Morfeo, como ya contábamos en un artículo anterior.
No tenemos fórmulas mágicas. De verdad que las compartiríamos. Pero sí tenemos un montón de buenos libros que, leídos sin prisas, buscando un rato de calma y conexión con el peque que nos escucha con amor, permiten hacer la transición a la hora de dormir, por lo menos, placentera. ¡Felices sueños para todos!
Los libros
Ilustración de cabecera: Naida Mazzenga.