Por Antonio Marcos
A finales del siglo pasado, una Ursula K. Le Guin ya totalmente consagrada, ganadora de todos los galardones importantes del género, se tomó la molestia de hacer una comprobación. Comparó desde una perspectiva de género la cantidad global de escritores norteamericanos y los premios que recibían: en una proporción editorial de 1 a 1 entre hombres y mujeres, ellos recibían casi cinco veces más premios. “La conclusión evitable es que los hombres escriben narrativa cuatro veces y media mejor que las mujeres. Esta conclusión parece ser aceptable para mucha gente, siempre y cuando no se la nombre. Quienes no la consideramos aceptable debemos alzar la voz”, afirmaba.
Da todos los detalles de su investigación en Contar es escuchar, un libro que recoge sus conferencias, pensamientos y posicionamientos sobre la literatura y la creación. Basta desempolvar alguna de aquellas ajadas antologías con naves espaciales en la portada que leíamos en los noventa para comprobar que Ursula era la excepción que confirmaba la regla. Una mujer que estructuraba su obra en grandes sagas, que proponía mundos distintos, fluidos en cuanto a género, propuestas políticas noveladas que apelaban a una relación alternativa entre los humanos y la naturaleza y entre ellos mismos. Algo muy alejado de lo que se vivía en el planeta Tierra.
Ella fabulaba a través del poder transformador del lenguaje, de una prosa exquisita, rica en matices, contundente en sus imágenes. Figuraba como un elemento extraño en aquella constelación de narraciones que parecían extrapolar la lógica del western a las estrellas: conquista, determinación, heroicidad, explotación de los recursos, exterminio del otro. Un universo hecho a medida de capitanes Davidson, el ambicioso terráqueo “domador de mundos” que ella misma retrató en El nombre del mundo es bosque: “Una vez limpio y desmontado, los bosques sombríos reemplazados por interminables campos de cereales, erradicados el oscurantismo, el salvajismo y la ignorancia, aquello sería un paraíso, un verdadero Edén. Un mundo mejor que la cansada Tierra. Y sería su mundo, el mundo Davidson”.
“Si decimos que una historia se tiene que basar en el conflicto, limitamos enormemente nuestra visión del mundo. Ver la vida como una batalla es tener una visión del mundo muy limitada, social-darwinista y muy masculina”
Ursula K. Le Guin
“Si decimos que una historia se tiene que basar en el conflicto, limitamos enormemente nuestra visión del mundo. Ver la vida como una batalla es tener una visión del mundo muy limitada, social-darwinista y muy masculina”, explica en Conversaciones sobre la escritura, que recoge fragmentos de entrevistas con el periodista David Naimon. Otro de esos valiosos libros de Ursula como intelectual y activista que han surgido a raíz de su fallecimiento hace dos años. ¿Pero qué pasa con sus narraciones, los textos donde sentó sus bases éticas y estéticas? Agotadas, fuera de circulación editorial. Se podría decir que Ursula es en este momento una escritora más escuchada que leída, lo que es una auténtica pena porque sus historias siguen igual de pertinentes y atractivas que siempre. ¿Tendremos que esperar a una serie en Netflix para que se reediten?
“Sería estupendo porque eso haría que todo el planeta terrestre tuviera acceso a las propuestas sociales y políticas de Ursula, tal y como ha sucedido con El cuento de la criada de Margaret Atwood. Creo que su obra se reeditará siempre y lo cierto es que filósofas y pensadoras como Dona Haraway y Rosi Braidotti la citan en sus textos teóricos porque sus propuestas siguen estando de actualidad y tienen mucho que ofrecernos para pensar en alternativas sociales, políticas y sexuales más equitativas y sostenibles”. Lo dice Teresa López-Pellisa, una de las mayores especialistas en ciencia ficción española y profesora de la Universidad de las Islas Baleares.
Teresa creció leyendo libros de fantasía de El Barco de Vapor, asistió en el cine a las dramáticas muertes de ET y el caballo Atreyu –La historia interminable– y se inició en la ciencia ficción con La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares. La irrupción de la tecnología informática en los hogares españoles en los noventa coincidió con sus estudios universitarios y se especializó en cibercultura y en las transformaciones culturales. Ha editado las valiosas antologías de ciencia ficción y género fantástico Insólitas. Narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y España y Poshumanas y Distópicas. Antología de escritoras españolas de ciencia ficción , además de Las otras. Antología de mujeres artificiales.
Utopía, distopía y ciencia ficción feminista
Teresa deja claro en la introducción de Insólitas que la diversidad es una seña de identidad de la literatura de ciencia ficción escrita por mujeres. “Lo que no deberían esperar las lectoras es que los cuentos seleccionados se centren en cuestiones y problemáticas femeninas o que sea relatos feministas por el mero hecho de que los haya escrito una mujer”, explica.
Ni tampoco que haya una mayor tendencia a lo utópico: “No creo que las autoras estén más inclinadas a lo utópico que a lo distópico por una cuestión de género. Hay numerosas distopías escritas por mujeres (como muestra El cuento de la criada de Margaret Atwood o El núcleo del sol de Johana Sinislao, por ejemplo). Creo que la proliferación de relatos utópicos o distópicos responde a las situaciones de crisis de cada momento sociohistórico (las distopías clásicas de Huxley, Orwell o Bradbury se publicaron entre la I y la II Guerra Mundial), y las utopías clásicas del siglo XVI y XVII las escribieron hombres como Tomas Moro o Francis Bacon (aunque en esa misma época también publicó una utopía Margaret Cavendish) tras el descubrimiento del nuevo mundo. Lo es interesante es ver la relación entre los relatos utópicos y distópicos escritos por mujeres y las diferentes olas del feminismo”.
“La utopía nace del dolor, de la necesidad. La escritura no puede cambiar nada, a menos que seas Karl Marx…”, bromeaba Marge Piercy –autora del clásico recuperado Mujer al borde del tiempo en una entrevista realizada por su editora Consonni. “Escribiendo ficción lo que puedes hacer es cambiar lo que la gente puede imaginar”, añadía. Más que engendrar mundos, la CF feminista “tiene como objetivo visibilizar la discriminación y la desigualdad social ya sea por cuestiones de raza, género, clase o sexualidad. La propia Dona Haraway exclamaba ‘!Prefiero ser cíborg a ser una diosa!’. Entre su agenda también se incluyen las críticas a otro tipo de explotación y dominación como la económica y ecológica, ya que no se centra únicamente en lo que le sucede a los seres humanos, y extiende su reflexión a las relaciones entre el ser humano y otros seres vivos”, apunta Teresa.
Realistas de una realidad más amplia
Observando las mesas de novedades de la librería, es evidente que hay un interés por recuperar libros de escritoras que habían sido ignoradas, no solo ya del canon académico sino del acceso al gran público. Y que en sus obras se esconden algunas claves a las que necesitamos acceder para componernos una imagen del mundo más rica que la que ahora tenemos.
Teresa López-Pellisa ha jugado con dos figuras mitológicas para sintetizar el duradero ostracismo de muchas escritoras: Penélope –la abnegada esposa de Ulises a la que conminan a estar en casa, fuera de la esfera pública– y Metis –esposa de Zeus y madre de Atenea, devorada por el jefazo del Olimpo y desaparecida para siempre–. “Me interesaba dialogar con estos arquetipos femeninos de la mitología grecolatina porque nos permiten visibilizar las estructuras de dominación que articulan los relatos de Occidente que han configurado nuestras identidades sociales y culturales, por lo que es importante ver qué significan y cómo podemos resignificarlas”, concluye Teresa.
“Se aproximan tiempos difíciles y vamos a necesitar las voces de aquellos que ven alternativas a la forma en que vivimos. A los realistas de una realidad más amplia”, decía Ursula. Mientras esperamos la recuperación editorial de su narrativa, prestemos oídos a las voces de sus mil hijas y compañeras. En las antologías coeditadas por López-Pellisa mencionadas más arriba y en esta selección que hemos preparado para la ocasión hay ejemplos de sobra.
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