Teníamos muchas ganas de compartir contigo este artículo que acaba de salir publicado en el número 29 de la publicación Trama & Texturas, una revista cultural contracorriente que, ajena a lo inmediato, lleva diez años reflexionando sobre la edición y los libros. En este tiempo se ha convertido en una referencia no sólo para los profesionales del sector sino también para cualquier lector interesado en los procesos que intervienen en el hecho de tener un libro entre las manos.
La idea nace de uno de sus editores, Txetxu Barandiarán, con quien coincidimos en una conversación en la Casa de las Conchas sobre las revistas culturales y su influencia sobre la escritura –Rafael Muñoz y Raquel López también participaron y escriben artículos en este número–. Se trataba del décimo aniversario de la revista, un número dedicado a la labor cultural de las librerías e iba a salir publicado cuando más o menos estábamos cumpliendo un año en Letras Corsarias: la confluencia era perfecta. Así que agradecimos la oportunidad, nos pusimos manos a la obra y aquí tienes el resultado.
La base del artículo es comparar la idea que tenemos sobre cómo y para qué tiene que servir una librería con la experiencia de nuestro primer año con la puerta abierta. Aquí se encuentran reunidos y articulados todos esos pequeños pensamientos sobre la librería que hemos ido esparciendo en distintos artículos y textos. Si prefieres leerlo sobre un magnífico papel en una revista con un marcado carácter de libro, puedes comprarlo en la tienda de Trama Editorial. El artículo no mejora, pero la experiencia leyéndolo sí.
Para escapar de la voz media: la librería como artefacto cultural. El caso de Letras Corsarias en Salamanca
Por Rafael Arias y Antonio Marcos
Diez días antes de abrir la puerta de Letras Corsarias en el centro de Salamanca, mientras acabábamos de colocar libros y empezábamos a percibir el olor de la madera y el papel por encima de los de la pintura y el polvo de la obra, leíamos en El País aquel artículo titulado “Dos librerías se cierran cada día en España”. Ese tipo de noticias que lees con una mano en los ojos con los dedos entreabiertos, como veíamos de pequeños las películas de miedo. “Guárdate de los Idus de marzo”, escribimos en una pizarra. Y el 14 de los corrientes levantamos la persiana. Esta es nuestra historia, la de una de esas nuevas librerías que, también según El País (enero 2016), “remontan el vuelo en 2015”. Esto es lo que ha dado de sí nuestro primer año de aventura.
El libro y la librería contra La Cosa
Tomamos prestado el título de aquel ensayo –cada día más imprescindible, Para escapar de la voz media– del poeta Felipe Núñez para esbozar aquí nuestra idea del carácter de la librería como centro de concentración y difusión cultural. Creemos que ese espacio creado para la venta de libros es el lugar ideal para ponerle diques al inexorable avance de lo mainstream y que, en su escala, la librería es el artefacto idóneo para funcionar como concentrador de líneas heterodoxas, francotiradores, creadores de lenguaje y demás gente encantadora.
Que conste que no pronunciamos mainstream con el dorso de una mano en la frente y tentándonos el monóculo con la otra. Se nos ocurrió la frase “una librería de lectores para lectores” para definirnos en pocas palabras, y usamos en algún momento el adjetivo “omnívoros”. Aquí tenemos poesía y cómic, géneros y ensayos y hasta ensayos sobre géneros. Incluso algunos (muy pocos) de esos libros en tapa dura que abultan más que pesan. Al hablar de “la voz media” nos referimos a una tendencia cultural en sentido amplio, una amalgama de conceptos, ideas recibidas y modos de actuar que acaba imponiéndose. Lento, espeso, multiforme y en constante movimiento: La Cosa.
La Cosa puede contener trazas de: programaciones culturales públicas cada vez más conservadoras (por lo correcto) y escasas (por la crisis), centros de las ciudades tomados comercialmente por las franquicias, centros de ciudades monumentales (como la nuestra) configurados cada vez más como espacios para la rápida deambulación turística, centros de ciudades monumentales donde la deambulación turística es (extremadamente) abundante en despedidas de soltero/a y sus megáfonos y sus accesorios y sus palos de selfie, estar todo el día venga y dale con el aparato que se enrosca en el palo de selfie, el periodismo de opinión consistente en atacar todo lo otro, el lenguaje del marketing para todo en todas partes, el y tú más, el robar roban todos, el mola, el postureo, el like, el arde twitter, de lo ayer no me acuerdo, esto es así, el lo que hay, el retroceso de las humanidades en la enseñanza, tirarse en el área nada más sentir el contacto, hacer platós, las tipografías como hechas a mano de las portadas de algunos libros… Todo en el mismo plano, no se sabe ya cuándo causa y cuándo efecto.
La Cosa es un contenedor que aspira a contenernos por completo. La Cosa lo acepta todo, incluso a los críticos de La Cosa, especialmente a sus críticos. La Cosa produce libros, claro, muchos libros. Nosotros tenemos algo claro respecto a La Cosa: cualquier brazo que dejes fuera de la ventanilla, cualquier ficha que muevas que no esté bien dirigida, se la lleva La Cosa allí donde sea que lleva todo y acaba magullado junto a ramas retorcidas de árboles frutales, peines desdentados y dos concursantes de Confianza Ciega.
Al margen de estas digresiones por las que tanto nos gusta perdernos, lo que parece claro es que existe una inercia, un ruido de fondo si seguimos a Don DeLillo, y una sensación de que cada vez resulta más trabajoso despegarse de él. Aquí es donde entran el libro y la librería. El libro como objeto que nos vincula con una manera de acceso al conocimiento, situado en un plano ajeno a lo interactivo y al flujo constante y renovado de datos, al zapping compulsivo: el lugar de la permanencia de las ideas. El libro está quieto para que seas tú el que te muevas: por eso siempre fue tan fácil y tan urgente quemarlos.
La librería que a nosotros siempre nos ha interesado, y es el modelo que hemos tratado de seguir en Letras Corsarias, es aquella que funciona como una lectura consciente y particular de la realidad, que se incrusta en un lugar, forma parte de él y al mismo tiempo, de una manera mínima y humilde, aspira a cambiarlo, aunque sólo sea por funcionar a otro ritmo, con otro proceso de maduración. De la misma manera que no hay verdaderas lecturas inocentes, no hay decisiones en una librería que no tengan su efecto: qué fondo, qué colocación, qué secciones, qué devoluciones, qué presentaciones, qué recomendaciones… El escaparate es la portada de una especie de periódico con línea editorial definida y con varios deseos por cumplir: traer a primer plano lo singular, que quien atraviesa la puerta encuentre que los contenidos son frescos, enraizados y pertinentes, ser coherentes y sobrevivir lo suficiente. No siempre es fácil.
Nos hemos convertido últimamente –con una mezcla de sorpresa, agrado y finalmente cierto sonrojo, todo hay que decirlo– en coprotagonistas de una serie de artículos donde se nos califica de “librería con encanto” o como lugar que no debe faltar en una escapada a la ciudad, primero en una revista de decoración, luego en una guía de viajes y luego en otros lugares que parecen replicar, en un efecto reflejo muy propio de las maneras de La Cosa (La Cosa podría a su vez contraatacar en términos de: bah, pues tampoco es para tanto, sólo son libros, esto no está a la altura de tanta expectación). Viene esto a cuento porque nos ha hecho preguntarnos en qué consiste nuestro presunto encanto. No tenemos una respuesta clara, aunque sí algunas ideas, y como estamos en familia, celebramos aniversario y ya conoces los principios sobre los que montamos la librería, vamos a compartir contigo los resultados de este primer año.
Letras Corsarias en seis ideas
El espacio
Cuando empezamos a diseñar Letras Corsarias –el local lo ocupaba una boutique cerrada hace años, de nombre Burbujas–, pensamos más en términos de ingeniería que de decoración de interiores. Queríamos una estructura discreta pero acogedora donde el protagonista absoluto fuera el libro. Algo de carácter más dórico que jónico y más romano que griego. Un ambiente de madera y papel con mucha luz. Tal vez este espacio refleje de una manera esa voluntad férrea que sí tenemos de despojarnos de casi todo lo accesorio para que nada interfiera entre ese libro y quien lo busca o quien lo encuentra sin buscarlo. Si tuviéramos un talante escenográfico nos gustaría que la impresión al entrar fuera algo así como un diálogo entre lo viejo y lo nuevo, una continuidad del conocimiento construida con cada libro.
Las dos librerías
Nos propusimos crear dos librerías en una, la infantil y juvenil por un lado y todo lo demás por el otro, que funcionaran como dos espacios independientes pero conectados, no con lo infantil como una pequeña sección. Cada uno con sus reglas, sus distintas escalas y lógicas. Incluso con entradas a dos calles distintas. Al principio no sabíamos cómo iba a interpretarse esa mezcla, pero ahora podemos decir que la librería estaría coja sin alguna de esas dos partes.
Los invitados
El espacio permitía desde el principio un lugar para propiciar el encuentro entre los autores y los lectores. Hemos evitado colocar una gran mesa con botellines de agua entre quien habla y quien escucha, tratamos de darle a cada evento un punto más allá de la mera presentación del libro que toque, intentamos aprovechar todo el talento intelectual que reside en Salamanca para arropar el debate con presentadores idóneos para cada autor, deseamos invitar también a quien queremos y no sólo a quien podemos (en esto tiene mucho que ver La Conspiración de La Pólvora, de la que hablaremos después).
El cómic
Uno de nuestros libros más vendidos este año es el sensacional Aquí, de Richard McGuire. Un cómic, no hace falta decir que tan bueno como algunos libros buenos. Combinamos fondo con novedades, novela gráfica europea con integrales de superhéroes, Tintín con Crumb. Hemos empezado con Alfonso Zapico una serie de encuentros con autores españoles que nos va a dar muchas satisfacciones.
El fondo
¿Cómo definirlo? Somos principalmente una librería dedicada a la literatura, pero también seleccionamos ensayos en las áreas de pensamiento, política, divulgación científica, periodismo, arte, música e Historia. Tenemos un buen espacio para la literatura de género, nuestra columna principal está dedicada a la poesía y esperamos pronto organizar una sección de teatro para darle una mayor visibilidad. Además del cómic y el álbum ilustrado en la parte gráfica, trabajamos por edades y destrezas en el ámbito infantil.
Quien conozca el trabajo diario de un librero, sabrá de la dificultad que entraña mantener un equilibrio entre lo que se publica, lo que cabe materialmente en la librería y tener las cuentas saneadas. Por mucho que tus amigos te vean como un Ulises, la mayor parte de las veces no pasamos de un Sísifo condenado a subir y bajar del almacén cajas y más cajas, en ese ciclo de novedad-devolución que vemos más que el de las estaciones solares. Los que tengan el almacén a pie de planta, bien por ellos. Añade a esa habilidad para fastidiarte la espalda una capacidad espartana para calcular los días que faltan para que no facturen los títulos (la rueda del mercado editorial) que ya desde el principio no querías. Cada vez que abre una nueva librería, el señor Seur descorcha una botella.
Comunicación y prescripción
Desde el primer momento consideramos este aspecto como algo imprescindible sobre lo que trabajar en varios frentes: por una parte porque en el panorama actual del libro ya no se puede adoptar un papel pasivo y esperar que las campañas las hagan otros (editoriales para títulos, gremios o ministerios para fomento de la lectura) y por otra para aprovechar que los canales de comunicación nos permiten hacer llegar nuestra selección a una audiencia mayor. Porque eso difunde nuestra marca y es posible que fidelice a nuestros clientes, sí, pero también, y en no inferior medida, porque nos apasiona recomendar y compartir el mayor o menor conocimiento que podamos tener de algo. No dejemos que un algoritmo lo haga por nosotros: nunca hemos visto a ningún algoritmo hablar de libros tomando una cerveza y eso ya los convierte automáticamente en sospechosos de algo.
En este sentido, practicamos el marketing de contenidos. Cultura y marketing. Libros y marketing. Relación si la hubiera, que diría el maestro de Amanece que no es poco. La hay. Tampoco nos podemos olvidar de que gestionamos un negocio y nuestro casero tiene la costumbre de cobrarnos el alquiler. Hemos optado por ese tipo de relación comercial en el que elaboramos y ofrecemos nuestros contenidos a todo el que los desee, priorizando la información sobre la publicidad y lo hacemos de una manera nada agresiva, como creemos que se espera de una librería como la nuestra. El principal cauce es una newsletter semanal que ya cuenta con más de mil suscriptores. Un único correo a la semana con libros recomendados, primeros capítulos, enlaces a reseñas y entrevistas, agenda de eventos en la librería y un montón de pistas. Cuando no nos falla del todo la neurona, nos alejamos del lenguaje de la venta como alma que lleva el diablo. Ahí sí intentamos tener a La Cosa atada bien corto.
Se nos suele ver mucho por las redes sociales también, claro. Intentamos publicar más sobre los demás que sobre nosotros, hacemos algunos experimentos, buscamos consolidar nuestras propias vías de comunicación. La nota de prensa a los medios tradicionales (esto incluye a los digitales) no está funcionando demasiado bien, aunque vamos encontrando algunos cómplices ahí dentro.
Este sería a grandes rasgos el perfil de Letras Corsarias y las acciones que hemos seguido para adquirir una personalidad propia y empezar a construir la base de una comunidad en torno a la lectura y tejer redes con los agentes culturales más inquietos de la ciudad y fuera de ella. Nadie dijo que fuera fácil, pero poco a poco vamos construyendo una librería en la que nos gustaría entrar. Y volver.
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Separata
La Conspiración de la Pólvora: actuar desde la periferia
La Conspiración de la Pólvora es una asociación basada en la afinidad librera, en una forma de trabajar desde fuera de las grandes ciudades y en el deseo montar un programa de actividades con presencia de autores. La formamos La Puerta de Tannhäuser en Plasencia, Intempestivos en Segovia y Letras Corsarias en Salamanca. La idea principal es crear un circuito con tres etapas con un encuentro en cada una de las librerías. La unión hace la fuerza y desde esa postura podemos contar con una mayor implicación de las editoriales para afrontar todo el operativo de viajes y estancias.
Hasta ahora han conspirado Marta Sanz, Alejandro Palomas o Alfonso Zapico y esperamos que nuestra fama corra como la pólvora y pronto se apunten más autores. A largo plazo, para los lectores de una ciudad supone la presencia regular de autores más allá de fechas puntuales como ferias del libro o de ámbitos académicos, por lo general más cerrados.
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