Rudyard Kipling inventaba cuentos para narrarlos a su hija a la hora de dormir, Lewis Carroll los creaba en una barca para Alicia y sus hermanas y Gianni Rodari los contaba por teléfono cuando estaba lejos. ¡Cuantas buenas historias han salido del feliz momento de contar un cuento! Inventados o no, cuando se presta atención desaparece lo que nos rodea y todo se concentra en la relación que se establece entre el que cuenta y el que escucha, sea mayor o pequeño y, además de los múltiples beneficios, es un acto de generosidad parar un rato para compartir, viajar o imaginar contando historias, dado el ritmo que llevamos a diario. Aquí te dejamos algunas ideas con nuestra selección para esta semana.
Elli Woollard reinterpreta los relatos que Rudyard Kipling escribió para su hija, titulados Cuentos de así fue. Ilustrado por Marta Altés y traducido por Miguel Azaola, recoge y adapta estos cuentos convertidos ya en clásicos de la literatura infantil, imaginativas historias que le contaba a su hija Josephine antes de ir a dormir y donde narra cómo los animales adquirieron sus rasgos más característicos. ¿Cómo le salió la joroba al dromedario? ¿Y la trompa al elefante? ¿Por qué le cambió la piel al rinoceronte?, preguntas que el autor hace fáciles para el pequeño lector respondiendo a través de la fantasía. El reconocible estilo de Altés redondea la cuidada edición de Blackie Books.
La balada de Pequeño Jack es la divertida historia de un cerdito pintor convertido en bucanero, escrita e ilustrada por Mikel Valverde para La Galera. Todo comienza cuando Jack, un gorrinito que vive feliz y bien cuidado en su granja, decide marcharse a ver mundo. Pero como nada resulta fácil se ve envuelto en las más estrambóticas aventuras de las que va saliendo indemne por los pelos. Articulado en capítulos cortos, al final de cada uno de ellos un coro de personajes, testigos de cada episodio, elaboran una rima llena de humor que resume la peripecia. La trama se ve acompañada con las características ilustraciones de Valverde, de trazo suelto, vivo y colorido, animando así un texto lleno de sorpresas.
Ediciones La Cúpula publica La Sociedad de los Dragones de Té, escrito y dibujado por la neozelandesa Katie O’Neill, un cómic que acaba de ser galardonado con dos premios Eisner. En él conocemos a Greta, una aprendiz de herrero que una tarde rescata a un pequeño dragón extraviado. Esto la llevará a conocer a un grupo de gente que cuida y convive con varios dragones de té, criaturas casi mágicas, muy raras de ver y complicadas de cuidar. Un relato sobre la tradición y el conocimiento en el que llama la atención su dibujo, a medio camino entre el manga y la ilustración fantástica, y el ritmo tranquilo y atento a los detalles, poco usual en la mayoría de las obras destinadas al público juvenil.
Victoria Álvarez tiene nuevo libro, La costa de alabastro, un thriller de terror en forma de novela corta que se ubica en Francia recién acabada la II Guerra Mundial. Publicado en Alianza Editorial, en su sello Runas, nos habla de Sophie, una joven enfermera que llega a una sombría mansión de la costa normanda contratada por el señor Clairmont para cuidar de su hija, una niña que se enfrenta a los últimos meses de su vida. La novela, autoconclusiva, cuenta con la buena ambientación a que nos tiene acostumbrados la autora para entrar de lleno en una historia fantasmal que seguro que atrapa desde la primera página.
Hoy rescatamos
El tigre que vino a tomar el té. Judith Kerr. Traducción: Xosé Manuel González. Kalandraka. ¿Qué hacer si un “enorme, rayado y peludo tigre” llama a tu puerta mientras estás merendando? Pues invitarlo a pasar con total naturalidad. Eso es lo que hacen Sofía y su madre, que ven como una rutinaria tarde se convierte en una emocionante velada. Eso sí, tienes que estar dispuesto a quedarte sin comida en casa. Publicada en 1968 y muy popular en la literatura inglesa, la autora sugiere que no hay que dejar pasar ocasiones que quizá solo ocurren una vez, escogiendo la figura del tigre como metáfora de lo inesperado. Un álbum de ilustración cálida, ingenua y un texto con ritmo y diálogos hacen recomendable su lectura en voz alta. Por cierto, podías comprar una “enorme lata de comida para tigres por si acaso”…
Hasta la próxima semana
La ilustración de cabecera pertenece a Gabriel Pacheco .