Abrir un blog es fácil, bastan cuatro clics. Mantenerlo con la misma ilusión del primer día después de tres años y medio, tiene mucho mérito. Mercedes y Carmen Brugarolas, Mariángeles Alonso, Aurelia Rodríguez y Blanca García Brugarolas son 5 Ovejas Negras, nuestro blog de referencia sobre literatura infantil y juvenil. Viven unidas al mundo del libro, por profesión y por pasión, y han preparado una selección que refleja sus criterios, sus gustos y algunas pistas de cómo se hicieron lectoras. Ellas son nuestras invitadas a la Mesilla del Lector de febrero, esa sección en la que algún cómplice de la librería elige diez títulos de nuestro fondo, por la que antes han pasado ya Domingo Hernández, David Diego y Alfonso Zapico.
Los diez libros de 5 Ovejas Negras
Súper Niño. Michael Scoffier. Kókinos. Uno de los libros más atractivos en la muy acertada tendencia a favor de la igualdad de género. Divertido y con el añadido de la sorpresa que producen sus sencillos troqueles.
El pequeño conejo blanco. Xosé Ballesteros y Óscar Villán. Kalandraka. Esta historia del conejo que pide ayuda a otros animales ha conseguido cautivar a muchos niños al ritmo de sus rimas y juegos de palabras.
Sopa de ratón. Arnold Lobel. Ekaré. Gran ejemplo de libro para leer en voz alta por la musicalidad de su texto y el ingenio desplegado por el protagonista para salvar su vida a través de los cuentos.
Olé. Txabi Arnal y Miguel Cerro. La Guarida. Igual que Lóguez, La Guarida hace un trabajo editorial de calidad desde Salamanca. Este es uno de sus libros más recientes: flamenco y con la tradición popular del texto acumulativo.
La ventana de Kenny. Maurice Sendak. Kalandraka. El Sendak más filosófico: soledad, afecto, fantasía y dudas existenciales, siempre dentro del imaginario infantil. Viajar y explorar los sueños sin salir de tu cuarto.
Hilda (serie). Luke Pearson. Barbara Fiore Editora. Cómics de calidad para una época donde impera el lenguaje visual. Hilda tiene una buena combinación de aventuras, emoción, intriga y humor. Integra muy bien fantasía y realidad en tramas sin concesiones, donde las aventuras son para vivirlas y disfrutarlas.
Tania Val de Lumbre. María Parr. Nørdica Juvenil. Más Pippi Långstrump, y su infancia libre y desenfadada, y menos libros de mensaje didáctico y moralino. Aventuras cotidianas de la única niña de su pueblo, un gran personaje.
Sweet Sixteen. Annelise Heurtier. Milenio. Cada vez se hace más necesario que nuestros adolescentes conozcan las experiencias reales de gente como ellos pero con muchas más dificultades solo por tener la piel de otro color. Parece mentira que aún andemos en esto.
Cien años de soledad, ilustrada. Gabriel García Márquez. Random House. Del libro poco se puede decir ya: sus cincuenta años le han sentado de maravilla. Esta edición conmemorativa es para guardar y disfrutar.
Jane Eyre. Charlotte Brontë. Alba. Diálogos inteligentes y sutileza para contar esa lucha por la independencia económica como llave para la libertad, y la importancia de ser una mujer formada y culta como símbolo de igualdad ante el hombre.
La sobremesa literaria de las ovejas negras
Antonio Marcos
Cada lector tiene algo de oveja negra. Ese acto tan solitario, tan gozosamente ensimismado, hace que uno tropiece con cosas, que tome rumbos distintos sin darse mucha cuenta y que cuando levanta la vista ya no le abandone la costumbre de hacerse preguntas. El acto de leer es ser capaz de mantener la vista fija en lo tuyo mientras el resto de las ovejas miran a las vacas que miran pasar un tren lleno de pasajeros que ven un documental de vacas mirando al tren.
La wikipedia dice que el término oveja negra “se relaciona generalmente con aspectos negativos, como por ejemplo rebeldía”. ¡Pero vamos a ver, quién ha redactado eso! ¿Desde cuándo la rebeldía es un aspecto tan consensuadamente negativo? El blog 5 Ovejas Negras le da un matiz positivo al término: ir por libre, ajeno al ritmo que marca el mercado editorial y proponer rutas alternativas para llegar a ese lugar en el que la lectura es un placer. Cada una de sus autoras lee por libre, en varias franjas de edad, y la única regla que se respeta es la del calendario de publicación. Hacer un blog colectivo tiene algo de sobremesa, de conversar después de comer bien, de nutrirte con lo que lees y compartirlo. Es, por lo tanto, un acto de generosidad.
Mercedes y Carmen Brugarolas, Blanca García Brugarolas, Aurelia Rodríguez y Mariángeles Alonso suman sus personalidades, experiencias, gustos y preferencias lectoras a esa conversación sobre literatura infantil y juvenil. Llevan online desde septiembre de 2014 y han creado un lugar de referencia para ese multiverso que es la literatura que se lee desde el minuto cero hasta esa frontera en la que te vas convirtiendo en un adulto. Cuatro de ellas tienen en común su trabajo en bibliotecas, así que conocen muy bien tanto a los lectores como lo que ocurre con los libros una vez que se desprenden del estrés que acumulan por su necesidad de ser comprados.
Carmen se encarga, desde Murcia, de la sección de actualidad. Blanca lleva la parte técnica y la difusión en redes sociales. Mercedes –la especialista en LIJ aquí, en Letras Corsarias–, Aurelia y Mariángeles se encargan de leer y reseñar. Como reunirlas a todas era complicado, han contestado a unas preguntas. Aquí va un resumen.
Recordando esa frase del tío de Spiderman de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad: la prescripción para lectores tempranos juega un papel importante porque quizá pueda determinar el descubrimiento o el asentamiento del placer de la lectura. ¿Cómo afrontáis esto?
Mariángeles: Pues no se equivocaba mucho. Spiderman se dedica a un trabajo mucho más peligroso que el nuestro, pero aunque la maldad es mucho más llamativa, está menos extendida que la industria editorial. Se publica tanto que es inabarcable, y casi todo viene precedido de explosiones, gritos y alharacas para intentar llegar al gran público. Es mucho más difícil conocer la satisfacción de un lector que encontrar un herido en una zanja, una comisaría o un hospital (aquí Spiderman lo tiene más fácil). Ni siquiera los lectores están acostumbrados a ratificar tus recomendaciones con sus propias impresiones.
Mercedes: Esa figura del mediador es importante. Alguien que se mueva en un mundo con cientos de títulos y sirva de guía. Lo esencial es poner al alcance del pequeño lector contenidos de calidad y que respondan a sus necesidades en cada momento.
Aurelia: Lo que pretendemos es acercar esas lecturas con la única intención de que las conozcan. Si entre ellas encuentran un libro que les fascina y empiezan a ver la lectura como un placer del que no puedan prescindir, sería estupendo. La lectura tiene que ser siempre un acto voluntario y el acercamiento a los libros tiene que venir a través del disfrute.
Mariángeles: Nos guiamos por la calidad conocida de escritores, ilustradores, editoriales, críticos o por nuestra intuición. Como no nos dedicamos exclusivamente a esto, no podemos hacer un barrido de todo lo que se publica. Yo tengo ese complejo de no llegar a lo más nuevo y lo mejor, complejo que se hace más grande cuando llegan premios como los White Ravens o las listas de “los diez mejores del año…” y solo has reseñado, como mucho dos… Yo leo, y si me gusta, reseño y recomiendo de forma sincera. Lo que no haremos nunca es recomendar lecturas sin calidad, primero literaria y después editorial, por mucha fama o premios o publicidad que hayan recibido. Y además, no nos centramos solo en novedades. El niño necesita buenas lecturas, así que los viejos textos de calidad también valen.
Contadnos algo sobre vuestros inicios lectores. En qué momento se produce ese descubrimiento de la lectura placentera y en qué medida lo disfrutado allí influye en vuestra definición como lectoras adultas.
Aurelia: Nací y crecí en un pueblo muy pequeño donde, sorprendentemente, había una biblioteca y, además, tenía libros infantiles. Cuando era pequeña iba a la biblioteca con mis amigas a buscar libros, y por la noche, mi abuela me los leía. Los domingos mi padre me contaba cuentos que se inventaba. Aunque disfruté mucho de estas narraciones no me aficioné a la lectura hasta que llegué al instituto. Fue en este momento cuando descubrí el placer de la lectura. En esta tarea tuvo mucho que ver mi profesora de literatura. Era una muchacha joven que nos recomendaba libros actuales bien escritos y con argumentos que, a mí, en ese momento me resultaron muy atractivos.
Mariángeles: Tuve la suerte de crecer en una familia en la que los libros siempre estuvieron muy presentes. Aunque mis padres no leían mucho entonces (se hicieron lectores tardíos cuando el tiempo se les empezó a hacer más largo), cayeron en la moda de hacerse socios del Círculo de Lectores. Aún conservo muchos de los libros de mi infancia, que he cuidado siempre sin caer en la tentación de dárselos o regalárselos a las generaciones posteriores, que nunca los hubieran cuidado como lo hice yo. Mis hermanas también eran lectoras y bastante mayores que yo por lo que desde muy niña tuve a mi alcance libros que no eran exclusivamente de mi edad y me pasé veranos de mi adolescencia leyendo las obras de Tolstoi, Dostoievski, y otros clásicos de los que difundía el Círculo, o autores españoles que leí muy temprano como Rosa Montero o Juan Marsé.
Años antes recuerdo haber pasado las paperas en la cama de mi madre leyendo sin parar todas las aventuras de Los Cinco, de hecho no tengo ni idea de cuanto me duró la enfermedad pero juro y perjuro que leí “todos” los títulos de la serie. Leí y releí fascinada La isla del tesoro en una edición ilustrada que entonces me parecía fantástica, Un capitán de quince años, La capitana del Yucatán… ¡cómo me gustaban esas aventuras!… Me volvía loca con Mortadelo y Filemón pero no me gustaban mucho Zipi y Zape.
Mercedes: Mi inicio es con mi abuela contando los cuentos tradicionales. ¡Se sabía un montón y los contaba muy bien! Mi madre también nos despertó el interés por las historias narrando los argumentos de los libros que le apasionaban y de las películas que veía, y mi padre nos compraba un tebeo todas las semanas. En mi casa siempre hubo libros y, aunque nunca nos obligaron a leer, me iban pasando lecturas según les parecía y yo lo demandaba. Los Cinco, Agatha Christie, Martín Vigil o La Isla del Tesoro se mezclan en mis recuerdos, entre otros.
Mariángeles: Tendría unos trece años cuando una de mis hermanas me sorprendió por mi santo y de una manera muy despreocupada me dijo “toma, el regalo de mama”, yo lo cogí con desgana pues entonces estaba enfadada con mi madre. Era un libro, Momo, en la primera edición de Alfaguara, con esa cubierta anaranjada preciosa y esa niña misteriosa de espaldas, con su tortuga en esa ciudad llena de relojes. Creo que empecé a leerlo enseguida y no me podía creer la fuerza de esa protagonista, la metáfora de los hombres grises me persiguió durante mucho tiempo, y las sensaciones que tuve entonces no me han soltado jamás. De alguna forma considero ese el salto de mis preferencias de infantil a adulta y desde entonces busco más personajes que historias, me fascinan. Quizá por eso también luego quiero vivir sus vidas y subirlas a un escenario. No sé…
Las estadísticas de lectura siempre revelan una gran cantidad de lectores juveniles. Cómo es ese joven que lee, qué inquietudes tiene, qué busca… según vuestra experiencia?
Aurelia: Según mi experiencia, los jóvenes que leen suelen ser chicos que, además, hacen otro tipo de actividades relacionadas con la “cultura”, suelen tocar algún instrumento o les gusta pintar o hacer teatro, y algunos escriben. La lectura es para ellos una actividad placentera con la que disfrutan en su tiempo libre.
Mercedes: Son curiosos, quieren saber qué les espera y una forma de buscarlo es en los libros. A esa edad se hacen preguntas y buscan respuestas en esas historias que narran las situaciones por las que están pasando. Y cualquier tipo de género les puede interesar siempre que tenga experiencias con las que se identifiquen y personajes reconocibles. Vivir otras vidas, conocer otras formas de pensar despierta su curiosidad.
Mariángeles: Los lectores jóvenes tienen unas preferencias muy concretas. Hace unos años se ha producido el boom de la novela romántica y muchos lectores, principalmente lectoras, se han sumado a ella. Por suerte muchos autores han tenido la pericia de desarrollar sus tramas en universos desconocidos o fantásticos que han abierto caminos por los que algunos lectores más atrevidos han querido discurrir y conocer nuevas temáticas. Pero por lo general no son lectores muy atrevidos. Se van a lo conocido.
Como bibliotecaria te diría que solo 2 de cada 10 lectores entre 9 y 18 años se dejan aconsejar y salen de la zona de confort en la que se encuentran más a gusto. Hasta los seis años –aunque tienen gustos claros y el formato y la ilustración los ganan, por lo general– tu entusiasmo continuado y exagerado con dotes de maga y hasta de payasa, los puede convencer para que dejen una princesa y se lleven una heroína. Entre 7 y 9 años ya se han hecho mayores y tienen muy claro que la elección es suya: no les vayas a meter un tocho didáctico y con mucha moralina… mejor Kika, Pablo Diablo o Stilton, que tienen el entretenimiento asegurado sin grandes esfuerzos.
¿Qué tiene el cuento como formato para que siga conservando ese poder de atracción, cuál es su magia?
Mercedes: En los cuentos se abordan temas cotidianos pero disfrazados de magia. Lo maravilloso está presente en tramas sencillas, con una extensión adecuada a las edades a las que se dirigen y donde el bien siempre triunfa. Es un primer acercamiento al mundo y a temas complejos muy adecuado para los pequeños lectores.
Mariángeles: La ilustración es el mayor atractivo para que el niño lo coja por propia iniciativa. En el segundo paso, la lectura, y si es compartida mejor, el niño se siente atraído por dos cuestiones muy dispares. Por una parte el sentirse identificado con la historia y con el personaje, y por otra parte el factor sorpresa, que abra nuevas perspectivas en su universo infantil.
Aurelia: Cuando los niños son pequeños el mayor atractivo de los cuentos es el tiempo que sus padres les dedican cuando se los están contando. Es un tiempo mágico en el que se convierten en el centro de atención de sus padres, con un cuento como nexo. De este modo, poco a poco van asociando el acto de escuchar un cuento con algo placentero. A medida que crecen le van prestando atención a otros factores como la historia y las ilustraciones. Cuando son autónomos, sin duda, los álbumes ilustrados son muy atractivos si tienen buenas ilustraciones.
¿A quién os gustaría mucho entrevistar en el blog?
Mercedes: ¡Bufff! hay muchos, pero la checa Kveta Pacovská me encanta.
Mariángeles: César Mallorquí, por ejemplo.
Las tres habéis estado vinculadas a la biblioteca como centro difusor de lectura y cultura y seguís de cerca las actividades de fomento lector. Imaginad contextos en los que sería atractivo implantar una mayor presencia de los libros.
Mariángeles: Los autobuses, los bares, las peluquerías, las residencias de ancianos, los parques infantiles, el libro debería salir más a la calle… ¿Hay algún lugar en el que sobre un libro? Lo que creo es que habría que hacer más actividades (no campañas publicitarias, aunque algunas como las del metro de Madrid de hace años con carteles con textos de libros han funcionado muy bien) de animación a la lectura continuadas. Ni siquiera las bibliotecas hacen todo lo que deberían o podrían hacer en este sentido. Dejar toda la responsabilidad lectora en el niño cuando su mundo está tan lleno de tentaciones mucho más atractivas y “sencillas” es un riesgo muy grande si lo que queremos las bibliotecas es difundir la lectura.