Oda a los libros díscolos: la selección 2020

Al hacer la lista del año, a los libros díscolos les pusimos la etiqueta de “Estilo Cambalache Bar”.

El Cambalache es ese sitio en el que a nada que nos descuidemos la prosa se nos vuelve prosa poética, donde te das cuenta de que –además de a la casa de uno, claro está– siempre es importante tener un lugar donde volver. Ahí es donde se evidencia, entre tragos y canciones, que esto de los libros era ya un vicio antes de dedicarnos a venderlos.

Cada uno cae en un lugar así, nosotros caemos ahí. Bien, pues hoy reabre, tras la parada pandémica. Información de servicio.

Los libros díscolos. Seguramente ningún medio o medio medio los va a colocar en lo alto de ninguna lista: por demasiado incómodos, por quedarse atrapados en las anteojeras con las que se mira cualquier género, por su exigencia, por su tendencia a ir contra la tendencia.

Pero luego, cuando haces balance de lo leído, notas que han dejado ahí su huella, que te han abierto alguna puerta o que han profundizado en las pisadas que otros habían dejado esparcidas por tu cabecita lectora.

Así que desde aquí gritamos que vivan los libros díscolos, raros, inclasificables y que suponen, cada uno a su manera, algún tipo de reto.

Ahí caben esas novelas negras bastardas y polvorientas que publica Sajalín, a las que este año se le añade la experiencia yonki de Caballos salvajes. Caben los westerns clásicos como el que te endosa Richard Matheson o los nuevos y fronterizos como el maravilloso A lo lejos.

Puedes ir de la mano de Will Self al universo extraño de unas bacterias colonizadoras o a una especie de milagro ocurrido en Zurich, o puedes ver cómo Sibylle Berg –que podría ser una magnífica heredera suya si tal cosa importara– te destroza el cerebro con la vocación distópica de GRM Brainfuck. Por cierto, está creciendo la ola de esta novela, cada vez más. Siempre puedes decir que escuchaste hablar de ella primero aquí.

Hay venganzas punks, la música concentrada como un agujero negro de Joy Division, una payasa haciendo su trabajo de payasa, los deliciosos artículos de Paco Inclán y hasta El libro de los condenados, una rareza que cuando la lean, si leen, los conspiranoicos de nuevo cuño se van a caer de culo.