Por Mercedes Brugarolas
Hoy abordamos un tema interesante y de desigual resultado, el de los escritores dedicados a la literatura para adultos que, al menos una vez en su vida, se han lanzado a la piscina de la literatura infantil (y juvenil). Y hay algunas sorpresas.
Si dejamos fuera las colecciones en las que participan autores “consagrados”, realizadas por encargo y en las que es preferible no entrar, encontramos una sugerente lista de autores que han buscado salvar los desafíos que plantea escribir para estas edades.
Y es que encontrar la voz que conecta con el universo infantil no es sencillo. Se puede caer en subestimar al lector o en dar por sentado que con mensajes simples y cierto adoctrinamiento se solventa un cuentecito. Todo el que tiene niños cerca y observa sus agudas mentes infantiles, sabe que es un público difícil, exigente y sincero.
Pero hay autores capaces de conectar con el lector infantil y cambiar la prosa que les caracteriza para hablar a los niños sin perder ni un ápice de su interés. En la lista que reunimos más abajo encontramos, por ejemplo, un James Joyce que nos sorprende con un cuento de lenguaje claro y sencillo al que aplica su ingenio o Anna Starobinets, que cambia de registro en una obra divertida y llena de acción. José Saramago o Julio Cortazar diluyen la barrera de la edad sin abandonar el formato infantil, mientras que Virginia Wolf apuesta por mantener en vilo a los lectores hasta el final de la historia. Hemos mencionado algunos, pero por fortuna hay más…
Escribir para niños pide claridad, que no simplicidad, universos complejos, personajes definidos y tener algo que contar. Estos requisitos se parecen bastante a los destinados a público adulto, ¿verdad? pero respetando sus intereses y su edad hasta que las fronteras no sean tan definidas. Y aquí es donde tienen mucho que aportar estos autores, que suman ambos mundos. Ahí va una muestra, ustedes dirán.